jueves, 25 de agosto de 2016

Influencia de la literaura Italiana en la Literatura Española.


    
 
       En un principio las relaciones culturales entre las dos penínsulas revestian un carácter muy superficial. Durante los siglos XII y XIII era raro que un italiano fuese a España a instruirse en Toledo en las artes mágicas o frecuentar las Escuelas de Córdoba o de Murcia, sin embargo, algo más numerosos eran por aquel entonces los españoles que visitaron Italia para estudiar a la Universidad de Bolonia Fuera de las repúblicas marítimas y comerciales, no había llegado a Italia, sino alguna noticia de la Península Ibérica y de su lucha contra los moros.

   Esto no quita para que los Estados Italianos ayudasen de vez en cuando a los cristianos españoles en la guerra contra los infieles, pues consta que unos voluntarios italianos se alistaron para la conquista de Toledo en 1085 y de otras ciudades si es que los italianos se ponen en camino para España. Es casi exclusivamente para empuñar el bordón y visitar el sepulcro de Santiago en Galicia, que atraía a peregrinos de todos los países.

     Todo esto demuestra que el «camino francés» no era desconocido de los italianos y ello nos ayuda a explicar, por ejemplo, cómo puede ocurrir que ya en los versos del Arcipreste de Hita figure el nombre de un instrumento musical italiano, la baldosa. Desde comienzos del s. XIV, circulaba en Italia el poema f’Enttree del\pagne y sus varias adaptaciones, tanto rimadas como en prosa, lo que prueba que las hazañas de Carlo Magno en España habían despertado mucho interés en la península Itália .

        A fines dcl s. XIV. se advierte una marcada intensificación de las relaciones entre ambos países. Los italianos empiezan a marcharse a España, no sólo para sus empresas comerciales, sino también para obras de carácter religioso. Por los años de 1350 aparecieron en España unos ermitaños italianos, discípulos del siervo de Dios fray Tomás Sucho de Siena, para restaurar la orden de San Jerónimo, hecho de una importancia transcendental para la vida religiosa. Los españoles van a Italia a consultar a los humanistas italianos buscando antiguos códices para copiarlos y llevarlos a España. A medida que adelanta el s. XVI y sobre todo después de concluida, en 1559 la Paz de Chateau, que confería a España la hegemonía sobre casi toda la Península Italiana —ya que Felipe II se había hecho dueño de Milan y Lombardía, Nápoles y las dos Sicilias—. el número de españoles que visitaba Italia crece hasta el punto de merecer un estudio especial.

    Entre los muchos autores españoles de quienes consta que han pisado tierra italiana. basta mencionar alguno de los más conocidos: Francisco de Figueroa. Mateo Alemán, Vicente Espinel, el autor de Esteban iI/o González y el mismo Cervantes, éste, después de llevar algún tiempo en Roma, terminaba la batalla de Lepanto y aludiendo a Nápoles escribió que «pisaba sus rúas más de un año". El número de italianos que buscaban hospitalidad en la Península Ibérica era inferior, con mucho, al de los españoles que se establecieron en Italia. Es verdad que en un documento de 1405 se menciona ya en Sevilla la calle de Génova y que Bernáldez se refiere al «Castillo de Genoveses» en Málaga. pero de las numerosas fundaciones españolas en Italia. puede referirse que la emigración de la Península Ibérica hacia Italia fue mucho mas acentuada que en dirección contraria. Dejando de lado por de pronto a los marineros, comerciantes y artistas, sólo cabe indicar un reducido número de humanistas italianos que se establecieron en España: Bardiza desde 1433, Marineo Sículo hacia 1486, Pedro Mártir de Ingiera y algunos mas entre los que han contribuido en alto grado al intercambio cultural Italo-español, ocupan un puesto destacado los libreros.

    En Italia, Venecia. era uno de los principales centros del comercio de los libros españoles, los libreros italianos se establecieron en distintas ciudades de España, concentrándose la venta de libros italianos en Sevilla, donde vivía el célebre Andrea Pescioní. Pero también, otras ciudades tenían una librería italiana: Toledo, Medina del Campo. Zaragoza, Madrid y Salamanca mal En expresión de Terlingen, p. 50, transcribimos literalmente las traducciones que él pudo encontrar en principio, con expresión de: autor número de ejemplares y título de la obra, aunque más adelante se introduzcan otros (latos mas concretos y más obras de otros autores, además de los tres más representativos del Prerrenacimiento: Dante, Petrarca y Bocacio.

        Entre las obras italianas que durante este primer período hallaron acogida en España. figuran también algunas de carácter religioso. En 1495. se tradujo del toscano El Espejo de la Cruz, del cual Alfonso de Palencia escribe: «El que primero trajo desde Italia a Castilla este tratado impreso en toscano para que se convirtiese en romance castellano... fue el referendum y muy dévoto religioso fray Johan Melgarejo prior del Monasterio de San Isidro cerca de Sevilla. al cual con se lo deja común doctrina lo quiso imprimir después que fue romanizado» 2 Un papel importante entre los que solían mantener el contacto lo desempeñaron los embajadores de las repúblicas de Venecia y Florencia: Guichiardini. Andrea Navagero. Simón y Tomás Cantarini. Morosini que han dejado todos relaciones de sus viajes a cual más valiosas. Tampoco ha faltado algún poeta italiano que haya tenido, por lo menos, la intención de ir a España. como consta en un soneto de Lope de Vega «A la muerte de Girolamno Preti, excelente poeta, viniendo de Italia a España»

 

LAS RELACIONES LITERARIAS Y LAS TRADUCCIONES

     Precisamente el cuerpo más importante de este trabajo. trata de las traducciones literarias del italiano al español durante el Siglo dc Oro para de ello deducir la importancia que tuvo la literatura italiana en España, puesto que uno de los medios más interesantes de relacionarse ambos países y por los que se adivina la gran tradición del contacto entre las dos culturas, es justamente el interés de España por traducir las obras de los literatos italianos y no sólo literatos sino científicos, historiadores, religiosos, que han contribuido a conseguir para España una cantidad ingente de obras culturales que han engrosado nuestro bagaje cultural y científico, al mismo tiempo que se ha despertado una avidez por la corriente traductora, corriente que no se ha extinguido como se demuestra en el fichero que se aporta en este estudio, donde se ve que las traducciones llegan a nuestros días, sin olvidar la importancia que ello tuvo en el s. XIX. especialmente en el autor de la novela española Valera que tradujo a Carducci y de cuya obra traductora daremos cuenta más adelante. Las obras literarias de España tardaban bastante en ser conocidas en Italia.

         Característico de este fenómeno es que incluso el Dante, no sabía exactamente qué lengua hablaban los habitantes de España, a quienes Boccaccio calificaba de «semi-barbarie». Por otra parte los españoles ignoraron por mucho tiempo las obras de los clásicos italianos. Cabe decir que antes del s. XIV apenas se advierte alguna huella de la literatura italiana en España 4 Y Juan de Valdés, en el Diálogo de la Lengua se rellene a las Epístolas de Santa Catalina de Sena, que según parece. ya circulaban traducidas al castellano por aquel entonces ‘~. No es de extrañar que las relaciones dc viajes, que siempre se leen con avidez por tratar de las maravillas de tierras y pueblos lejanos, fuesen igualmente traducidas del italiano. La más conocida de ellas. El Milione, de Marco Polo, la tradujo. ya a comienzos del s. XVI, el maestro Rodrigo Fernández de Santaella, bajo el título: El libro famoso de Marco Paulo veneciano de las cosas maravillosas que vivió en las partes orientales...» La amistad que trabó Juan Boscán en 1526 con el embajador veneciano Andrea Navagero. durante la estancia de éste en Granada, ocasiono una revolución literaria que constituye el comienzo del segundo período de la honda influencia italiana sobre el español. Conciliador de este movimiento literario time Garcilaso de la Vega, quien trajo a Barcelona un ejemplar italiano de El Cortesano de Baltasar Castellón, impreso en Venecia en 1528. en cuya traducción se ocupaba Boscán hasta 1533, saliendo a luz al año siguiente. la primera edición castellana 7 Desde esta fecha las redactores literarias entre Italia y España iban estrechándose cada vez más. En el mismo año de la publicación dc la traducción de El Cortesano, se imprimió en Valencia la versión castellana del Morgante del Luis Pulci por Jerónimo de Aunen .La primera traducción del Orlando Furioso, hecha por Jerónimo de Urrea. fue publicada en 1549, y desde este momento hasta la versión de Orellana, que salió a la luz pública en 1583-1585, se cuentan doce traducciones. en verso y en prosa, fuera de las versiones parciales. Imitaciones del Ariosto las encontramos en todo el s. XVI. por ejemplo por Francisco de la Torre y Francisco de Figueroa.

    El Ariosto inspiró la producción de la primera parte de La Angélica de Luis Barahona de Soto (1586) y en el teatro de Lope ha dejado huellas, nada superficiales y du influencia se extendió más allá, por ejemplo, de la literatura de Bernardo de Balbuena  En el prototipo del Furioso, El Orlando Enamorado de Mateo Boyardo, se han ocupado tan sólo dos traductores: Francisco Garrido de Villena, cuya versión se imprimió en 1577 y Hernando de Acuña. quien trasladó los cuatro cantos primeros, insertados en sus Varias poesías póstumas. de 1591 21 A mediados del s. XVI, reaparece el fenómeno aislado la traducción española de una novela italiana, La Zuca del Voni —en español— publicada en Venecia. en 1551. cuyo traductor es desconocido 22 No antes del año 1586. salió a la luz, la traducción de otra novela: Las horas’ de recreación, de Ludovico Guicciardini,por Miles Godínez.

    A los dos años se imprimió otra versión de esta novela, o más bien colección de anécdotas y ficciones, por Jerónimo de Mondragón. bajo el titulo de Ratos de recreación 23 Es muy extraño, en efecto, que no haya salido ninguna traducción directa de las obras de Mateo Bandello, aunque es posible que no las hayamos encontrado, puesto que este novelista italiano ha inspirado a muchos dramaturgos españoles, entre ellos a Lope de Vega. Este, por ejemplo, lo ha aprovechado, probablemente, para el Castigo sin venganza, cuya fuente es una novela del obispo de Agen, una traducción española hecha a base de la versión francesa de Francisco de Belleforest 24 Otra fuente en la que bebieron tanto Lope como Shakespeare, son los ECATOMMITI de Giambatista Giraldí Cinthio,que desde 1590 circulaban traducidos al castellano 25 Pocos años antes. Francisco Truchado había traducido al español los cuentos de las PIACEVOLI NOTFE de Gianfranceseo Straparola que fueron impresos en Granada en 1583. A juzgar por las reimpresiones —1598 y 1612— estos cuentos tuvieron bastante éxito 26 No menos importantes que todas estas novelas italianas revestían para la literatura española las traducciones de La Arcadia de Jacobo Sanazaro. Aunque es opinión unánime entre los historiadores de la literatura que la novela pastoril llegó a España por intermedio del portugués españolizado Jorge de Montemayor 22, a cuyos Siete libras de la Diana que salieron a la luz en 1559 sirvió de modelo la novela pastoril portuguesa Menina  de su compatriota Bernardin Ribeiro, primer discípulo de Sanazaro. la traducción directa del italiano de mano de don Diego López de Ayala, ya circulaba en España desde 1547, y hacia esta fecha también debe de haber sido ultimada la traducción hecha por Juan Sedeño, que todavía se conserva manuscrita 28 Jerónimo de Urrea, a quien tanto deben las letras ítalo-españolas, por sus versiones, tradujo también Li Arcadia. Pero parece que el manuscrito de esta obra ha quedado inédito 29 El haberse ocupado tres traductores en La Arcadia, sucediéndose las ediciones posteriores de l54, 1569 y 1578 unas a otras con bastante regularidad—obsérvese que casi todas son anteriores a las imitaciones de Alonso Pérez Gaspar Gil Polo, Antonio de lo Frasco y los demás «arcadistas»— demuestra hasta qué punto se concentraba el interés en la novela original de Sanazaro. Las ideas del Cortesano de Castellón, las cuales se introdujeron en España por la traducción de Boscán, ejercían una fuerza atractiva irresistible. Esto queda demostrado por la versión de Luis Milán y las traducciones de los tratados italianos de cortesanía, que son muchos, así como por el Galateo español de Lucas Gracián Dantesco, adaptación del Galateo de Giovanni de la Casa.

   Por lo demás, existe también una traducción directa del toscano por Domingo de Bezerra, Venecia 1585 3t  En 1551 se imprimió en Salamanca una traducción de los Asolanos de Pedro Bembo 32, a quien leían todos los grandes ingenios de España: parece que también Fray Luis de León ha traducido algunos escritos del cardenal . De las disquisiciones filosóficas sobre el amor del judío español, León Hebreo, publicadas en Roma en 1535, bajo el título de Diálogo del Amour, contamos nada menos que con tres versiones castellanas: la primera en orden cronológico, impresa en Venecia en 1568 de un judío antónimo; la segunda es de Carlos Montesa (Zaragoza. 1582): siendo la tercera. de un estilo superior a las otras dos, del Inca Garcilaso de la Vega. la cual fue publicada en Madrid en 1590 ~ De los poemas religiosos que en gran número se publicaron en Italia durante la segunda mitad del s. XVI, Luis Gálvez de Montalvo tradujo El llanto de San Pedro, de Luis Tansilo. La traducción de Las Piscatorias del mismo poeta figuran en el comienzo del libro 1 de las obras de Jerónimo de Lomas Cantoral (Madrid). año 1578. No carece de valor literario, según Gallardo ~. El culto a Torcuato Taso, adquirió en España una extensión extraordinaria . El poema Jerusalén libertada ya circulaba en español antes de que Cristóbal de Mesa, amigo del Taso, en la obra La Restauración de España y por afirmación expresa en la epístola que dirigió a Luis Barahona de Soto 37 se confesase partidario del Taso en cuanto a las idea literarias. La primera traducción por Bartolomé Carrasco de Figueroa,cuyo manuscrito pasa inédito en la Biblioteca Nacional de Madrid, es anterior en dos años, a la de Juan Sedeño, la cual fue publicada en 1587 .

      Sólo a mediados del s. XVII, Antonio Sarmiento de Mendoza emprendió otra traducción del poema. cuyos imitadores se cuentan en España por docenas y entre los cuales Lope de Vega descuella con un poema histórico homónimo. El drama pastoril Aminta, ya circulaba traducido al castellano desde 1607 siendo su traductor Juan de Jáuregui »>. Hacia la misma época se tradujo al castellano la obra del imitador más célebre del Taso, la tragicomedia pastoral del Pastor Fido, de Juan Bautista Guarino. Esta versión, llevada a cabo por Cristóbal Suárez de Figueroa. salió a la luz en Valencia en el año 1609 “.

       Un cuarto de siglo después. en 1634. se publicó del Pastor Fido en Amberes otra versión, a nombre de doña Isabel de Correa 4t También a los literatos italianos de menos fama les cupo el honor de ver traducidas sus obras al castellano. De entre los libros de Juan Bautista Gellí. es Juan Lorenzo Otavanti, quien eligió La clac cuya versión salió a la luz en Valladolid en 1551, a los dos años de publicarse la obra original 42 Pedro López Enrique de Calatayud había traducido ya en 1534 uno de los poemas del infatigable polígrafo Ludovico Dolce titulándolo El nacimiento y primeras empresas del Conde Orlando  exactamente cincuenta años después salió a la luz el Diálogo de la doctrina delas mujeres que  en cuyo pretónico el traductor Pedro Villalo de Tórtoles, declaró ser autor del original Ludovico Dolce .

       os tratados históricos, filosóficos y moralizadores de los italianos gozaban en España igualmente de ciertos intereses. En el año 1538 ya se imprimió en Valladolid el érudito de la Cruz alias La verdad de la fe de fray Jerónimo Savonarola, obra que fue traducida al castellano por el mismo traductor de La circe de Gelli . Los tratados históricos, como se dice anteriormente, interesaban a parcelas dc moralistas y filósofos españoles. Así por ejemplo Gonzalo Hernández de Oviedo hizo accesible a los lectores españoles un tratado italiano que rotuló Reglas de la vida espiritual y secreta ideología , publicado en 1549. mientras que fray Melchor Cano tradujo una obra a la que puso el título de Tratado de la victoria de sí mismo, de un autor italiano desconocido, libro impreso en Valladolid en 1550 . Otro tratado igualmente italiano y de índole religiosa, cuyo autor tampoco se menciona, es el intitulado Monarquía de Cristo. que salió a la luz en Valladolid en el año 1590, siendo su traductor el carmelita fray Pedro de Padilla ,A Fernán Flores debemos el Regimiento de sanidad de todas las cosas que (Tomen y beuen con muchos consejos de Miguel Savonarola, impreso en ropaje verbal castellano en Sevilla en 1541 .

      Aunque del s. XVI no conocemos más que una traducción de Maquiavelo, la intitulada Los Discursos de Nicola Maquiavelo florentino sobre la primera, décadra de Tito Lirio, de cuya versión es autor Hitan Lorenzo Otavantiu Ottcvante, la cual se imprimió en Medina del Campo en 1555 , se infiere de la portada del libro, que reza «ahora nuevamente traducidos de lengua toscana en lengua castellana», que ha existido una version anterior. De las obras de los historiadores no florentinos de la primera mitad del s. XVI. se tradujo una de Paulo Lovio, tarea que acometió Alonso de Ulloa. quien en la dedicatoria de la edición del año 1561, salida de las prensas de León de Francia.,se expresa en términos halagúeños sobre la lengua italiana «de la cual —dice— por su dulzura y lindeza he sido y soy muy aficionado»

    Establecida la hegemonía española en Italia. es natural y lógico que se mostrara vivo interés por la historia de dicho país. Así vemos que en 1581 salió a la luz la traducción de Antonio Flórez de Benavides de la /oria dita/ja, de Francisco Guicciardini. versión a la cual aquél puso por título ´´La historia del señor Francisco Guichardino, Cauallero Florentino´´. En la cual demás de las cosas que en ella han sucedido, desde el año 1492, hasta nuestros tiempos... 52 Otro resultado del creciente interés por las cosas de Italia y más particularmente por las de Nápoles es la versión española del ‘ompe,tedio de//a Storia del regno di Napoli, de Andolfo Collennuccio, publicado por primera vez en Venecia en 1539. que abarca la época del desarrollo del idioma vulgar hasta los comienzos del reinado de Fernando de Aragón.

    Este libro fue traducido por Juan Vázquez de Mármol bajo el título de His¡‘oria del Rejno de Nápoles; imprimiéndose la versión en Sevilla en 1584 ~. La importancia de las traducciones de tratados de esta clase no se puede comparar remotamente, ni en número ni en calidad, con la de las obrar literarias. Una de las primeras antologías españolas llamada Flores de poetas ilustre~ de Pedro de Espinosa, publicada en Valladolid en 1605. es característica para conocer el vasto influjo italiano en el terreno de las letras, pues contiene imitaciones de Petrarca. Sanazaro. Ariosto, Bernardo y Torcuato Taso, Pánfilo Sasso, Luigi Groto,Girolamo Para Bosco y otros autores. En el laurel de Apolo,Lope de Vega pasa revista a toda una serie de poetas de todas las naciones, pero el número de los italianos es superior con mucho a los demás .

    La influencia italiana en este terreno, no se limita a la madre patria. sino que se extiende hasta el Nuevo Mundo, según se desprende de una epístola sobre el estado de la Ciudad de México, dirigida por Eugenio de Salazar a Hernando de Herrera en la cual dice aquél:

«También Toscana envía tres lindezas de su lenguaje dulce a puesto que en breve estará lleno de proezas».

    ¿Qué importancia hay que conceder al movimiento de las traducciones del italiano al español para medir el interés que existió en España por la lengua de Italia? Menéndez y Pelayo no le atribuye más que un valor relativo, Comentando la afirmación que Cervantes puso en el prólogo de sus Novelas ejemplares donde éste dice: «Yo soy el primero que be novelado en lengua castellana: que las muchas novelas que andan impresas en ella todas son traducidas de lenguas extranjeras». El polígrafo santanderino hace la observación: «Estas lenguas extranjeras se reducen, puede decirse. al italiano». Pero no se crea que todos, ni siquiera la mayor parte de los «novellieri». fuesen traducidos íntegramente o en parte a nuestra lengua. Sólo alcanzaron esta honra Boccaccio. Bandello, Giraldi Cinthio, Straparoía y algún otro de menos cuenta. Por el número de estas versiones, que además fueron poco reimpresas, no puede juzgarse del grado de la influencia italiana.

    Era tan familiar a los españoles, que la mayor parte de los aficionados a la lectura amena gozaban de estos libros en su lengua original desdeñando con razón las traducciones, que solían ser tan incorrectas y adocenadas como las que ahora se hacen de novelas francesas .Con lo que antecede y sin pretender dar un cuadro completo ni mucho menos, se ha bosquejado a grandes rasgos el desarrollo de las traducciones al español en los varios terrenos.

 

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