jueves, 25 de agosto de 2016

Hazañas de Alejandro Magno

    
Hazañas de Alejandro Magno.

    Para la historia de la civilización antigua las hazañas de Alejandro Magno supusieron un torbellino de tales proporciones que aún hoy se puede hablar sin paliativos de un antes y un después de su paso por el mundo. Y aunque su legado providencial (la extensión de la cultura helénica hasta los confines más remotos) se vio favorecido por todo un abanico de circunstancias favorables que reseñan puntualmente los historiadores, su biografía es en verdad una auténtica epopeya, la manifestación en el tiempo de las fantásticas visiones homéricas y el vivo ejemplo de cómo algunos hombres descuellan sobre sus contemporáneos para alimentar incesantemente la imaginación de las generaciones venideras.

 Tras la Guerra del Peloponeso, Macedonia, que se había mantenido al margen, se convirtió en uno de los territorios más poderosos del entorno griego. Su rey, Filipo II, fue dominando poco a poco la Hélade. Derrotó a Atenas  en la Batalla de Queronea (338 a.C.) y dejó aislada a Esparta.

      Alejandro Magno, hijo de Filipo, continuó con esa política de intentar sumar a las ciudades griegas a un proyecto de expansión macedonio. Su modelo era el Imperio Persa, al que pretendía derrotar para ocupar su espacio. El primer enfrentamiento con ellos lo tuvo en el río Gránico, donde la victoria sobre un pequeño ejército persa le permitió abrir una brecha hacia oriente. Se adentró en Asia Menor por las Puertas Cilicias y derrotó al ejército del rey Darío III en la Batalla de Issos. De este modo pudo avanzar por la costa sirio-palestina y tomar la ciudad de Gaza y arrasar Tiro tras un gran asedio.

   En Egipto, Alejandro fue recibido como un héroe, pues le consideraron un libertador frente al dominio persa. Para ganarse el favor de la población adoptó los cultos egipcios, dejó hacer a los funcionarios y creó la ciudad de Alejandría. La conquista de Egipto le animó a lanzarse definitivamente contra el Imperio Persa. Se dirigió hacia el Éufrates y se enfrentó al gran ejército persa en Gaugamela, en el actual Irak. En esta batalla la falange macedonia rompió las filas persas y causó la huida del rey Darío, que terminó siendo asesinado por sus propios nobles.

   Alejandro entró en Babilonia de manera triunfal y, desde allí, se dirigió a las capitales del Imperio Persa, Susa y Persépolis. Esta última fue incendiada y Alejandro Magno se apropió del tesoro real.  Partir de este momento se inició un proceso de acercamiento de Alejandro a la cultura oriental que no gustó a sus generales y que le llevó incluso a emparentarse con la nobleza irania.

   Su siguiente paso fue avanzar hacia la India. Se enfrentó al ejército de elefantes del rey Poro y le derrotó. Pensó en dirigirse al río Ganges, pero su ejército, agotado, se plantó, y las tropas le exigieron regresar a Grecia.

    Durante el regreso a Macedonia Alejandro se encontró con numerosos problemas e incluso fue herido de gravedad. Hubo varias conjuras para acabar con su vida y su liderazgo fue desgastándose. Finalmente, en el año 323 a.C., muere en Babilonia posiblemente debido al continuo desgaste de su salud.

    Con la muerte de Alejandro Magno termina el periodo clásico y su imperio se divide entre sus generales o diádocos, lo que dio lugar a los reinos helenísticos. Su mujer y sus hijos fueron asesinados para tratar de que no tuviera descendencia, pero Alejandro consiguió en buena medida esa unión entre el mundo helenístico y el oriental que había deseado.

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