Toledo, cuna de civilizaciones.
En pleno centro de España, la ciudad de Toledo, declarada Patrimonio de
Es conocida, además, como la ciudad de las tres culturas, debido a que en ella convivieron durante siglos cristianos, musulmanes y judíos. Las tres religiones monoteístas dejaron su huella en esa peñascosa pesadumbre y cuna de civilizaciones -como decía Cervantes- abrazada al Tajo, testigo de la impronta de todos los pueblos de
El Toledo medieval con una población que llegaba a los 30.000 habitantes, fue el resultado del sucesivo asentamiento de culturas bien diferentes; la hebrea, la musulmana y la cristiana que lograron convivir con sus dispares formas de entender la organización social, religiosa o económica.
Asi pues,
Con el avance de la reconquista cristiana, la nobleza alcanza en el S.XIII gran poder económico y político en todos los reinos. Asimismo relevante en la península fue el fenómeno de la peregrinación a Santiago de Compostela, lo que supuso una vía importante de contacto con Europa. La impronta cristiana se iba imponiendo sobre la huella árabe.La arquitectura mudéjar proliferó en la ciudad y bajo el reinado de Alfonso X imperó libremente por calles y plazuelas. En el entorno del zoco se abrieron dos calles comerciales. las actuales de
En cuanto a la población judía, se repartía en dos zonas;
La comunidad hebrea integrada por labradores y comerciantes, no tardó en ganarse la confianza de los monarcas sus miembros acabaron convirtiéndose en sus banqueros. Tenían la consideración de siervos del rey, pero podían regirse conforme a sus propias leyes y tradición.
Muy cultos, solían establecer centros de estudios en las inmediaciones de
Sobre la convivencia de las tres culturas
Fue a partir de la incruenta y consensuada conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085 cuando se produjo una floreciente simbiosis de las tres grandes culturas medievales: musulmana, judaica y cristiana que constituyó una experiencia única dentro de los intolerantes ámbitos del occidente cristiano y del oriente musulmán. Algunos monarcas cristianos de la península, entre los que se encuentra Alfonso X, llegarán a proclamarse emperadores de dos o de las tres religiones.
Salvo en contadas ocasiones-como el enfrentamiento en 1226 entre musulmanes y cristianos a causa de la construcción de la gran catedral gótica sobre la antigua mezquita- parece que estas tres comunidades humanas, a pesar de sus diferencias culturales, fueron desarrollándose paralelamente en un ambiente de respeto hacia sus costumbres y privilegios.
Alfonso VII, primero y Fernando II después, intuyeron la importancia de esa convivencia pacífica . En este sentido, podemos mencionar el hecho de que Fernando II ordenara escribir su epitafio en las lenguas árabe, hebrea y castellana.
Coexistencia pacífica
En el transcurso de los casi 800 años de reconquista tenemos constancia de que hubiera períodos de paz y cooperación entre cristianos y musulmanes.
De hecho, ya a finales del siglo IX Alfonso III el Magno envió a su hijo Ordoño a la corte sarracena de Zamora para que allí recibiera una esmerada educación.
Al mismo tiempo la colaboración artística de ambas culturas ha quedado patente en multitud de iglesias y monumentos diseminados por toda la península donde el arte mozárabe y el mudéjar afloran por doquier. Incluso el respeto a los edificios religiosos musulmanes reconquistados, con independencia de la reconversión de su uso, ha permitido conservar monumentos tan simbólicos como
En este artículo nos referimos a aquella ”convivencia” de manera cautelosa, ya que, si bien Toledo vivió un período de esplendor cultural en el que las tres culturas que habitaron la ciudad lo hicieron con relativa armonia; los barrios son completamente independientes entre sí con sus mezquitas, sinagogas e Iglesias.
Basta con visitar la ciudad para comprobarlo. Cristianos, musulmanes y judíos se respetaron, evidentemente convivían pero también luchaban por el poder en
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